miércoles, 18 de mayo de 2011

Relatos Incompletos

Cuando escribimos una historia, todos los que lo hemos intentado con mayor o menor éxito, siempre seguimos un esquema básico de "Introducción - Nudo - Desenlace", y aunque alteremos el orden o la forma de presentarlos siempre existen de alguna forma. La introducción y el nudo son muy sencillos de construir, pues basta montar experiencias vitales. Cada día esta lleno de introducciones, cuando conocemos gente nueva o emprendemos una nueva aventura, ya sea aprender un idioma o irnos de viaje. También la vida está hasta arriba de nudos, unos más apretados y otros menos, porque ¿Qué sería la vida sin problemas? Vida seguro que no...

El problema es el desenlace... porque... ¿Cómo reconocemos en la vida un desenlace? Las historias reales se retoman día a día con cada paso que damos y el único desenlace real que existe no te deja con mucha posibilidad de escribir, mas que huella paleontológoca tal vez...

El caso es que, al menos en mi opinión, el desenlace es lo que debe salir esencialmente del autor; el desenlace es la huella que cada historia deja, lo último que el lector lee, y que además no admite muchas referencias reales, porque podríamos basarnos en desenlaces felices o fatales de otras personas, pero... ¿Cómo sabemos que nuestra interpretación de aquel desenlace tiene algo que ver con lo que ocurrió?

Tengo un bloc lleno de historias a las que únicamente les falta el desenlace, historias incompletas, como la vida misma. Ojalá algún día tenga la sabiduría y el valor para cerrarlas, será señal de que una vez más me equivocaba, buena señal.

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